viernes, 7 de diciembre de 2012


Se subieron al tren, no dudaron…en realidad no había posibilidades de hacerlo…no pensaron. La convicción de que lo incierto era su única certeza, fue un disfraz  con sudor, deseos y tormento.
Miraban, no veían. La gente, simples alaridos barnizados en un tono gris.
Pararon el tren, se bajaron y dejaron en su asiento un juguete, un poema pero se llevaron la angustia.
Un sur…un norte…una ilusión…un desencuentro y el temor a los trenes y a lo incierto.
 

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