Se subieron al tren, no dudaron…en
realidad no había posibilidades de hacerlo…no pensaron. La convicción de que lo
incierto era su única certeza, fue un disfraz
con sudor, deseos y tormento.
Miraban, no veían. La gente,
simples alaridos barnizados en un tono gris.
Pararon el tren, se bajaron y
dejaron en su asiento un juguete, un poema pero se llevaron la angustia.
Un sur…un norte…una ilusión…un
desencuentro y el temor a los trenes y a lo incierto.
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