martes, 3 de mayo de 2011

Te dibuje con una línea en el marco de una puerta,

soslayé cada grieta y seguí perpendicular,

nada cambia, si hasta vi tu sonrisa silenciosa.



Percibí entre mis dedos la humedad de tus gemidos,

esparcí cada uno de tus gritos sobre la cama enmohecida,

nada cambia, si hasta senti tus latidos presurosos.



Te busque en los rincones de pasajes escondidos,

te abracé con canciones, poesía y suspiros,

nada cambia, si hasta el magico aroma arrulla sin permiso.



Hoy la nada parece ser olvido y el recuerdo su único testigo

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