lunes, 27 de diciembre de 2010

Una silla, la perfección de la madera rozada
por un cuerpo que encierra pensamientos imperfectos,
la angustia que somete a la pasión como el tallo a una flor alucinada.
El cuerpo amoldado al respaldo… todo el cuerpo…toda el alma.
Solo el pensamiento se revela, inquietado por la falta de anestesia cotidiana.
La mirada con un ojo en el mantel de la costumbre
y el otro en el interior de una cama con las sábanas gastadas por la duda…
por el miedo…por congojas casi absurdas.

Una mosca se pasea por la mesa. Él la observa, no la mira,
solo es un acto que le quita mas segundos a su vida.
Los relojes son cuchillos que apuñalan los recuerdos
junto al triste almanaque que se inclina
ante el hecho irremediable de la muerte.
Ya la mosca está en la silla, ya es parte del adorno de sus días
y el hombre ya no piensa…solo espera resignado…
ve su vida…ve su muerte...
y a la mosca que respira.

1 comentario:

  1. Hola Pachín. Este particularmente me gustó.
    Ayer conversamos en el cumple de mi hija.
    Si querés, entrá a mi blog, y lee La Batalla del Bacalao.
    Es uno de los más festejados.
    Saludos
    El Tapir Celta

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